Cuando el 20 de septiembre entraron en vigor las normativas que dieron rienda suelta a las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Mipymes) y a las Cooperativas No Agropecuarias (CNA) ya las opiniones al respecto le habían dado la vuelta a Cuba 100 veces.

Venían gestándose no solo desde que se anunció su “puesta en marcha”, sino desde mucho antes cuando no pocos economistas se cuestionaban la parsimonia, partiendo de dos preceptos muy claros: la necesidad de dinamizar el desarrollo del país y la necesidad de aprovechar el talento y las ganas de quienes operaban al margen de la Ley o no operaban.

Pero el tiempo hizo lo suyo y ya están las Mipymes, aterrizando además, con una sarta de criterios que tejen desde las redes sociales su panorama. Y tales opiniones, ¿quién sabe? podrían a la postre derivar en nuevos cambios, si tenemos en cuenta el constante perfeccionamiento. O podrían, también, caer en el saco de lo “no pertinente”  o en el de “mientras se crean las condiciones”… Sin embargo, lo que sí ha sido un hecho innegable es el impacto que la medida ha tenido tanto en voces autorizadas y reconocidas, como en “des-autorizadas y anónimas. 

Un cuestionamiento que se repite entre muchos que comentan estos temas es si son solo cambios de nombre, de cuentapropista a empresario, o si realmente se están creando nuevos proyectos.

Un dato despejaría las dudas. Al cierre del 7 de octubre los nuevos emprendimientos se comportaban sobre el 42 por ciento. Dentro del primer grupo (35) de MIPYMES aprobadas, 15 eran de nueva creación. Mientras que dentro del segundo grupo (67) se contabilizaron 28 nuevas. Si bien 43 nuevos emprendimientos, dentro de los 102 que se han aprobado no son mayoría, tampoco constituye una cifra despreciable.

Al parecer, el incentivo ha ido más allá de la reconversión oficial y el hecho de que hasta el momento no se haya denegado ninguna MIPYMES (según informara el Ministerio de Economía y Planificación) le confiere cierta “vía expedita” a las iniciativas que pudieran venir en lo adelante. 

Los expertos cifran esas predicciones en unas 14 mil MIPYMES que pudieran surgir a corto plazo y tal red, podría “en-redar” la estructura actual que cuenta con apenas 1.807 empresas estatales y 257 sociedades mercantiles. Ante ese paisaje económico el destacado economista Pedro Monreal, quien ponía esos datos en contexto, se cuestionaba “¿cómo un esquema de planificación centralizada que no es efectivo para operar unas 2.000 empresas tendría la capacidad para asimilar un tejido empresarial siete u ocho veces mayor que el actual, en un plazo relativamente corto?”

Incluso, desde su cuenta en Twitter, el especialista dirimía otros tropiezos, debido a que las prioridades iniciales para la creación de MIPYMES (producción de alimentos, negocios privados que han exportado a través de empresas estatales, actividades que contribuyen a proyectos de desarrollo local, negocios de base tecnológica, y economía circular) no se corresponden con el esquema que hasta ahora vienen teniendo los TCP ( muchos encaminados hacia la transportación, el arrendamiento y la elaboración y venta de alimentos).

La no correspondencia  “es problemática”, aludía el experto, quien señalara que trastocar ese contexto podría ser muy complejo, pues “ambas vías (reconversión y añadidura) requieren inversión en medio de una crisis”. 

El análisis no obviaba que el financiamiento externo o la importación directa son trabas que todavía no se destraban. Un comentarista en Cubadebate lo sostenía con cierta dosis de sarcasmo. “Esto parece un chiste (…) Ahora mismo yo monto una empresa de servicios técnicos a bicicletas y venta de las mismas ¿de dónde saco yo las gomas y cámaras? ¿Por qué no puedo yo mismo tener un acuerdo de proveedor del extranjero, y este negocio hacerlo yo mismo? ¿Tengo que esperar a que una empresa estatal (vedada por el gobierno americano y capada de sus posibilidades gracias al bloqueo) me resuelva un convenio de proveedor con alguna empresa extranjera?” 

La española radicada en Cuba, Leire Fernández, cofundadora de Clandestina lo redondeaba para el sitio Made for Minds: “para importar y exportar, una empresa exportadora estatal nos da ese servicio pagado, en vez de poder hacerlo nosotros, más ágilmente. El registro mercantil nos daría la posibilidad de hacer contactos con proveedores, con clientes, y gerenciar nosotros mismos nuestro ciclo de importación y exportación”.

Mientras, un forista en Cubadebate apuntaba a dos elementos claves, escritos sin medias tintas: Empresas que no pueden realizar labores profesionales! La cosa empezó torcida. Así no levantaremos la economía!”. “Impuestos excesivos, se acabó la motivación, decepcionante”. 

Tal criterio se emitía a contrapelo de la aclaración de que los aportes de las MIPYMES (entre ellos el impuesto del 35 % sobre las utilidades) tributarán a los presupuestos municipales como lo hacen hoy las restantes formas de gestión no estatal, y que tales suman desarrollarán directamente ese entorno local. Aun así el tema de los impuestos ha sido, desde mucho antes, cuestionado.

Sobre todo, porque diez años después de que se retomara el trabajo por cuenta propia todavía continúan ausentes los mayoristas, la posibilidad de acceder legalmente a todos los insumos (o de importarlos). Ese hecho conduce a un camino que con anterioridad expusiera el emprendedor cubano Oniel Díaz en un artículo: “Todo ello ha conducido a que lo que se grave sean los ingresos en bruto de los negocios, donde se encuentran implícitos los gastos cuando lo verdaderamente justo sería gravar las utilidades. De cierta manera, se termina pagando impuestos no solo sobre los ingresos sino también sobre una parte de los gastos ya que los montos autorizados a deducir no responden a la realidad del negocio sino a una disposición burocrática”.

La actualización de los actores económicos que da luz verde a la formación de mipymes y cooperativas llega en un momento de crisis para el tcp debido a la pandemia de la COVID-19 y a la consecuente ausencia del turismo internacional. Foto: Kalia León.

Tal “agravante” entroniza con otro aspecto no menos relevante para los emprendimientos en Cuba, donde las remesas y la migración constituyen un factor clave (y común). El hecho de que se anule como socios de la MIPYMES a los cubanos no residentes en Cuba (y de paso se impide que las mipymes privadas se establezcan  directamente como empresas mixtas) abre una brecha de capital que debería asumir, entonces, el gobierno cubano con fondos y créditos que, a muy corto plazo, no podrían saldar las necesidades de inversión. Y no todos los emprendedores cubanos están en condiciones de hacerlo “por su cuenta”.

Algo similar se debatía en un reciente artículo del periodista Ariel terrero, quien llamaba la atención sobre el abultado marco legislativo (seis decreto-leyes, un decreto, 15 resoluciones ministeriales y dos resoluciones del Banco Central de Cuba) para regular la actividad. Una actividad, que además fuerza el tránsito de un TCP a empresa para poder contratar a más de tres personas. “Imposición quizás innecesaria, si el diseño político incluye ventajas que animarán por sí solas el salto de los privados con madera empresarial.”, consideraba el experto en temas económicos.

En ese artículo, varios comentaristas exponían sus criterios sobre el otorgamiento de créditos en Moneda Libremente Convertible (MLC), por ejemplo.

Runa es un emprendimiento que produce jabones de productos naturales, un pequeño negocio privado que resuelve problemas de su comunidad. Foto: Runa

El hecho de que no tengan control absoluto del empleo de esa divisa, les preocupaba. Así lo hacía notar un forista que se identifica como “el economista”. Decía: “esa MLC la generé yo con mi actividad económica, pagaré impuestos, pagaré servicios para exportar, entonces no quiero el 80 %, quiero el 100 % en MLC en mi cuenta con acceso pleno, ya decidiré yo cuánto es para reinvertir o para usarlo yo, que soy su dueño, y ya veré yo si cambio a MN el 1 o el 40 % para cubrir gastos propios de mi actividad económica “.

No obstante, sin estar de espaldas a esos criterios hay quienes siguen apostando al riesgo. Por ejemplo, en el municipio de Morón, ya se reportan al menos dos negocios que están dando los primeros pasos en el camino hacia las MIPYMES. En la provincia avileña apenas se han aprobado cinco MIPYMES, un número que contrasta con el desarrollo agrícola y turístico que viene mostrando. Obviamente se espera, que vayan sumándose otros.

Al margen de todas las opiniones que van de un extremo a otro, los hechos parecen ser el criterio más valedero. ¿Cuántos se animan a emprender hoy en Cuba y  cuántos de los que pudieran, todavía no? De a poco iremos contándote los porqués sí y los porqués no. Desde ElTCP le seguimos la pista a los emprendedores cubanos. Y  también te las muestra.